Estudios de todo tipo suelen poner en evidencia la cantidad de proyectos de innovaciòn que nunca terminan de arrancar, que fracasan o que tienen bajos retornos. Abogados del bajo riesgo usan estos argumento para apelar a la cordura y convencer a los empresarios de disminuir la energía y la emoción que se pone a las innovaciones radicales y, en cambio, dedicarse, con juicio y determinación, a seguir buscando pequeñas mejoras, innovaciones incrementales. Al fin y al cabo, hay cientos de ejemplos que muestran que con pequeños cambios se pueden obtener grandes ahorros o incrementos significativos en la eficiencia.
Como todos ya sabemos que los extremos son peligrosos, vamos a mediar entre los fanáticos y los detractores de las innovaciones radicales. Y para lograrlo, será necesario poner en claro algunos elementos relacionados con las innovaciones que consideramos "radicales". Algo del estilo "Acabando los mitos de la innovación radical"
MITO 1: Las innovaciones reales implican demasiado esfuerzo o toman mucho tiempo.
Es así ¿No? Al fin y al cabo esas tecnologías que revolucionan los mercados tardan años en realizarse.
Bueno, pues aquí es necesario hacer algunas precisiones:
Hay innovaciones radicales que provienen de desarrollos tecnológicos complejos (Una minoría)
Hay innovaciones radicales que provienen de desarrollos tecnológicos elementales, o, incluso,